Siguiendo con los artículos sobre Sostenibilidad Pesquera el presente artículo concluyente de la serie tiene el propósito de exponer el concepto de sostenibilidad desde un punto de vista holístico, a través de las componentes biológica-ambiental, económico y social.

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Sostenibilidad Pesquera: un concepto en continua evolución.
Hoy día la sostenibilidad pesquera debería de entenderse como el conjunto de la sostenibilidad en cada una de las dimensiones en las que se desarrolla la pesca. Primeramente y en relación a la componente biológica-ambiental de la sostenibilidad, la cual hace referencia tanto a lo relativo a la especie objetivo de pesca cómo a las demás especies presentes en el ecosistema, y a los impactos originados en el ambiente; que resultan en una constante transformación del medio. A nivel biológico, la población explotada debe de partir de un estado saludable, y además, la captura máxima a realizar sobre el stock debe de asegurar que la explotación se produce al nivel que permite mantener la biomasa de la población a niveles de Rendimiento Máximo Sostenible o RMS. A modo de inciso, extrapolando el RMS del contexto pesquero y de los modelos de producción excedentaria, éste puede entenderse como la capacidad de sostenimiento de un sistema, es decir, la actividad máxima que puede mantener un sistema sin degradarse a largo plazo. En relación a las demás especies, por un lado es vital minimizar el by-catch -pesca de especies no objetivo- y los descartes -especies no objetivo y desechadas- así como eliminar la pesca fantasma -pesca producida por artes de pesca abandonados y a la deriva-. Por el otro lado, se deben de considerar los impactos resultantes de explotar una especie a lo largo de toda la red trófica.
A nivel ambiental, la explotación de recursos vivos marinos, genera huella tanto sobre el medio y subsuelo marino como en la atmósfera. Algunas artes de pesca a priori originan un impacto físico sobre el subsuelo sustancialmente mayor a otras -como puede tratarse de la pesca de arrastre de fondo-. No obstante, la evolución en tecnología pesquera brinda la posibilidad de incorporar dispositivos, materiales y nuevos diseños en los aparejos de pesca los cuales ayudan a minimizar tales impactos ambientales. En relación a los impactos atmosféricos, son los resultantes del consumo de combustible y emisión de gases de efecto invernadero. En este sentido, es tan importante tener en cuenta el consumo imputado a la propia explotación pesquera, como el derivado del transporte de las capturas a lo largo de la cadena de comercialización hasta al consumidor final. Destacar la importancia de ser conocedores de las transformaciones que creamos sobre el medio, y a su vez saber aprovechar la evolución tecnológica, científica y del conocimiento para poder minimizar tales cambios y adaptarnos a ellos. Sin más, es un claro ejemplo de que sostenibilidad y evolución son conceptos que se retroalimentan y necesitan uno del otro, sin ser rivales.
En cuanto a la sostenibilidad económica, a grandes rasgos, por un lado tiene que ver tanto con la viabilidad de la empresa pesquera y su capacidad de obtener beneficios positivos, proporcionando una retribución económica justa a los empleados, sin dependencia de subsidios. Por el otro lado, con el impacto económico de la pesca sobre las comunidades locales. Este último factor, adquiere mayor magnitud en países terceros, donde habitualmente los recursos son directamente explotados por buques abanderados o de terceros países, dejando ínfimos beneficios económicos a la población local. En España, el mismo hecho adquiere una menor magnitud, aunque igualmente importante. Así es, que cada vez más, los territorios son conscientes de la importancia de ligar un producto pesquero a su región, promocionando su consumo a través de la gastronomía, desarrollando una cultura y turismo local entorno a determinadas especies. Y por tanto extendiendo los beneficios económicos -a su vez sociales y culturales- de una actividad primaria hasta las actividades del sector terciario, trascendiendo sobre un amplio sector de la sociedad.
Habitualmente los recursos son directamente explotados por buques abanderados o de terceros países, dejando ínfimos beneficios económicos a la población local.
Finalmente, la sostenibilidad social engloba tanto al proceso de explotación, comercialización y consumo, es decir, la cadena alimentaria. Ante todo, la pesca es una actividad que proporciona una fuente de nutrientes a la población. Es por ello que la seguridad alimentaria – acceso de todas las personas a los productos pesqueros, a lo largo de la cadena alimentaria– debe de estar garantizada, siendo indispensable para poder hablar de sostenibilidad pesquera.
Así es que a nivel de explotación, el acceso a los recursos debe de estar regulado. Y no solo en base a los datos biológicos y económicos, sino que también con criterios éticos y nutricionales, con especial atención a los países en vías de desarrollo. A su vez, debe de contemplarse el bienestar de los trabajadores y trabajadoras, ya sea en las condiciones de vida y laborales a bordo, como la armonía entre pescadores de un mismo buque, puerto, cofradía u asociación. En el eslabón de la comercialización, los agentes encargados tienen un rol determinante en el mantenimiento de la trazabilidad de los productos, así como en la determinación de precios de primera venta justos y sin desfavorecer el comercio de los productos locales versus los foráneos. En el último eslabón, nos encontramos los consumidores; cuyos hábitos de consumo y compra de productos procedentes de pesquerías respetuosas puede incentivar a los pescadores y productores a apostar por una actividad extractiva más respetuosa. En este sentido, actualmente el mercado ofrece a los consumidores productos pesqueros eco-etiquetados, permitiendo diferenciar aquellos productos pesqueros que causan sobre el medio un impacto menor que el de productos competitivos similares. Como por ejemplo, los etiquetajes MSC -Marine Stewardship Council- y Friend of the Sea. Además, se espera que no más allá del año 2015 la Comisión Europea presente un programa de eco-etiquetado de los productos pesqueros en la UE.
En conjunto, una pesquera no es sostenible o insostenible solo por el método o arte de pesca que utiliza, sino que se trata de una “catalogación” de mayor amplitud: el estado del stock explotado, la solidez del medio en el que se desarrolla la actividad, el modus operandi del pescador, la tecnología empleada, la capacidad de adaptación y transformación del medio… y así siguiendo por los múltiples y varios factores explicados. En otras palabras, no todas las pesquerías conocidas como artesanales son sostenibles ni el resto de pesqueras tradicionalmente designadas como industriales -mayormente las de arrastre y de altura- son todas insostenibles. Además, es de interés tener presente que el pescador es quién en última instancia tiene la decisión de desarrollar la actividad de manera mayor o menor respetuosa con el medio y con la sociedad; ahora bien, sin descuidar la responsabilidad ética de la ciudadanía para incentivar y fomentar al pescador a realizar su labor de manera más sostenible.
Autora – Montse Bargalló
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