La construcción de carreteras (y otras infraestructuras lineales) ha dado lugar a extensas áreas degradadas, que requieren de intervenciones en el marco de la restauración ecológica. Una de las principales consecuencias derivadas de la apertura de carreteras es la creación de taludes, grandes superficies de suelo desnudo y, generalmente, con pendientes muy pronunciadas.

¿Como es la restauración ecológica de taludes?
La estrategia de restauración más comúnmente utilizada para la recuperación de estas áreas emergentes es la revegetación, que a menudo se lleva a cabo mediante hidrosiembras. Esta práctica suele fracasar en los citados ambientes mediterráneos semiáridos, ya que olvida algunos condicionantes esenciales de estos territorios (climáticos, edáficos, etc.), los cuales son clave para el éxito de la restauración (Matezanz & Valladares, 2007). El fracaso generalizado de muchas de las técnicas de revegetación aplicadas sobre taludes en ambientes mediterráneos pone de manifiesto el gran desconocimiento que aún se tiene, hoy en día, sobre el funcionamiento de estos ecosistemas.
En este sentido, se ha puesto poca atención en el entendimiento y seguimiento de algunos factores ecológicos que son clave en el éxito de la restauración de los taludes de las infraestructuras lineales; es el caso de los factores edáficos. Por ejemplo, se ha demostrado que existen una serie de limitaciones edáficas que hacen que, aunque muchas semillas sean capaces de llegar a los taludes, la colonización no se produzca (Tormo et al., 2009). Por lo tanto, el éxito de la restauración podría estar determinado por las condiciones edáficas, de modo que la mejora de éstas pasaría a ser un objetivo prioritario en la restauración de los taludes de carretera.
En el caso particular de los desmontes[1] de carreteras, donde existen unas condiciones edáficas muy limitantes, llegando a niveles de compactación extremos, es fundamental mejorar su estado, antes de pretender la instalación y desarrollo de cualquier tipo de comunidad vegetal. Con este objetivo, actualmente se están llevando a cabo múltiples ensayos sobre diferentes técnicas de mejora. Entre ellas, la descompactación mecánica del sustrato y aumento de su rugosidad, lo que favorece la infiltración y consigue aumentar la humedad del suelo y la reserva edáfica de agua útil para las plantas. Adicionalmente, las superficies rugosas y descompactadas favorecen el reclutamiento de especies vegetales, al actuar como trampas naturales de semillas y nutrientes.
Pero la monitorización de la evolución y la evaluación del éxito de las técnicas empleadas en la restauración ecológica de taludes, no es una tarea sencilla. En este contexto, es donde se propone el uso de una herramienta con un considerable potencial y que nos permite la monitorización de las variaciones superficiales de los taludes a nivel microtopográfico: el Láser Escáner Terrestre.

El Láser Escáner Terrestre abre todo un mundo de posibilidades de estudio sobre variaciones superficiales en taludes, ni siquiera imaginadas hace unos años. Sin duda, nos ayudará a entender mejor la evolución de los taludes y, de esta forma, poder orientar mejor las actuaciones de restauración necesarias.

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Autores: Estela Barroso y Luis San Joaquin
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[1] Los taludes se clasifican en desmontes y en terraplenes. Los desmontes se generan cuando el terreno es escavado para rebajar la cota de la vía, mientras que los terraplenes se producen por incorporación de materiales para elevarla. En ambos casos, el fin es proporcionar a la vía pendientes longitudinales suaves (Gómez Orea, 2004).
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