Las plantas depuradoras de agua o sistemas de tratamiento de las aguas usadas, requieren de una inversión constante para que no contaminen. El uso del agua puede resultar tan cotidiano para muchos ciudadanos que no les preocupa ni les hace preguntarse a dónde va ese recurso utilizado.
Como expresa Fernando Morcillo, presidente de la Asociación Española de Abastecimiento de Agua y Saneamiento (AEAS) “El saneamiento, es decir, el transporte y depuración de aguas residuales, es el gran desconocido, el gran olvidado”; añade que el alcantarillado es de los servicios al que no se le presta el esfuerzo económico necesario para sostenerlo en mejores condiciones.

Según se informaba en El País en marzo pasado, en el contexto del Día Mundial del Agua, a un 15% de la población urbana aún le falta una depuradora, déficit que le ha valido a España una demanda ante el Tribunal de Justicia de la Unión Europa por el incumplimiento de la directiva sobre depuración de aguas residuales urbanas (91/271/CEE) que obligaba a instalar sistemas adecuados de depuración en los núcleos urbanos mayores a 2.000 habitantes antes del año 2005.
Esta denuncia parte de un procedimiento de infracción iniciado en 2003 y se refiere a uno de los cuatro expedientes que España tiene abiertos, y que afectan a unos 800 núcleos de población, según informaba el mismo periódico. El Plan CRECE (Plan de Medidas para el Crecimiento, la Competitividad y la Eficiencia) está invirtiendo 700 millones de euros, procedentes de fondos europeos, “a las actuaciones más urgentes, destinadas a evitar que sigan su curso los procedimientos de infracción e investigación abiertos por la Comisión Europea”, informa el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente (Magrama).
La necesidad de renovación de plantas depuradoras en números
Fernando Morcillo manifiesta que “hacen falta 756 depuradoras, de las cuales 565 no se encuentran sujetas a ningún expediente de la UE, por lo que no están en el Plan CRECE”, sumado a la necesidad de renovación del parque (cada EDAR tiene una vida media de 25 años). Actualmente existen más de 2.000 plantas de tratamiento, y muchas de ellas fueron construidas en los ochenta, cuando se produjo el despegue de la depuración en España. “El volumen de renovación equivaldría a las necesidades de primera inversión, en torno a unos 2.000 o 2.500 millones de euros”, agrega Morcillo.
Distintos actores intervienen en la construcción y gestión de las plantas depuradoras de agua. El coste de construcción, por parte del Gobierno central o la comunidad autónoma, supone el 30% del total, y el mantenimiento representa el 70% a lo largo de los 25 años de la vida útil de la planta, según Jorge Chamorro, ingeniero especialista en tratamiento y depuración de aguas.
Contaminación que no huele
Santiago Martín Barajas, de Ecologistas en Acción, añade otra cuestión que agrava el problema de no invertir: “La Unión Europea se fija en que haya o no haya depuradora, pero no se mete en si funciona o si aquello es un desastre. Y a nosotros lo que nos preocupa es lo que sale por el tubo”, manifiesta el ecologista. “Los metales pesados y muchos compuestos químicos muy peligrosos no huelen”. “Eficiencia” para los grandes operadores se traduce en los metros cúbicos que pasan por la planta, lo que, según Jorge Chamorro, “no es un buen índice…puede pasar un enorme volumen de agua sin que se le quite la contaminación” y agrega que lo que en su opinión garantiza un buen índice es la producción de biofangos o biosólidos y que “a grandes líneas, las EDAR producen solo dos tercios de los fangos que deberían generar”.
Chamorro defiende la creación de un organismo regulador estatal, que armonice y fije los mismos precios para todos los ciudadanos según su consumo, independientemente del territorio o el tamaño de su población. Con todas estas cuestiones expuestas, resulta clara la necesidad de darle mayor importancia a los sistemas de tratamiento: inversión en plantas depuradoras de agua y controles más exhaustivos.
Fuentes: El País, AEAS
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