En el núcleo de las estrategias de transporte se encuentra el desafío de la movilidad sostenible. Para llevar adelante mejoras en este sentido, es primordial saber cómo medirla.

Catherine Morency es una ingeniera civil que se desempeña como docente de Planeamiento de Transporte en la Ecole Politechnique of Montreal. Ella afirma que es muy dificultoso incluir a la movilidad sostenible en cualquier proceso de evaluación de proyectos si no se puede cuantificar. La definición del concepto va de la mano de la cuantificación.
Por esta razón es necesaria una elaboración de indicadores que estén articulados en un sistema. En éste se deben diferentes indicadores y ponderaciones distintas. Para facilitar la tarea, la ingeniera presenta 5 puntos críticos. A través de ellos considera el proceso de operacionalización de la variable «movilidad sostenible».
Éstas complicaciones resultan del trabajo realizado en base a un desconocimiento de la complejidad que implican los distintos elementos que componen a la sostenibilidad.
Conociendo los puntos a mejorar y capacitándose profesionalmente para implementarlos, es posible realizar mejorar sustanciales vinculadas a la dinámica de la movilidad sostenible.
La movilidad sostenible: aspectos críticos en su medición
Primero: la proliferación de indicadores
Lo primero que se observa al ver las mediciones realizadas es una maraña de indicadores totalmente desorganizados. Si nos basamos en la literatura vinculada a la temática, se observa una multiplicidad de indicadores. Incluso muchas veces se encuentran duplicados.
Es necesario tener en cuenta los siguientes factores:
- Asegurarse de la manera en la que se han estimado los indicadores. Muchas veces no es posible estar seguros sobre éste punto.
- Asegurarse la relevancia que se le ha otorgado a cada indicador.
- Tomar en cuenta que a veces hay aspectos que simplemente no pueden ser cuantificados.
Segundo: La desproporción en la influencia de ciertos indicadores
Morency afirma que con frecuencia, y de manera cíclica se puede observar que se dan ciertos desequilibrios. Éstos desbalances son producto de otorgarle demasiada relevancia a algún indicador en particular. Ella se refiere específicamente a la influencia de los gases de efecto invernadero.
Sostiene que se les ha otorgado una trascendencia desproporcionada dentro del cálculo del nivel de sostenibilidad. Con el propósito de alcanzar la atención de los gobiernos sobre éste problema, se le ha otorgado mayor importancia a éste indicador a expensas de los demás.
Se ha cumplido parcialmente el objetivo de concienciar a los gobiernos, ya que se observa un mayor compromiso para implementar reducciones y fijar objetivos. Sin embargo, medir desproporcionadamente una variable no permite realizar un trabajo totalmente eficaz para aumentar los niveles de sostenibilidad.
Por ejemplo, el reemplazo de coches a gasolina por coches eléctricos si bien reduce localmente el efecto de los gases de invernadero, no resuelve otros problemas: la congestión, la utilización de los espacios, el uso de infraestructuras y áreas de estacionamiento, además de otros impactos a nivel global.

Fuente:
https://www.micochenogasta.com/
Esto ocurre cuando se le otorga mayor importancia a un indicador a expensas de los demás.
Tercero: Indicadores elegidos a partir del oportunismo
Esto puede ocurrir cuando no se tiene acceso a datos sobre determinados indicadores. Entonces se toman en cuenta otros en reemplazo, o simplemente se ignoran en la ecuación. También ocurre cuando los datos son más vagos. En este caso se analizan desde una perspectiva cualitativa, que no permite una medición apropiada.
Cuarto: Medición de las cuestiones sociales y ambientales a partir de indicadores económicos
La economía ocupa un lugar axial en la ecuación de la sostenibilidad. Sin embargo, no puede hacerlo a expensas de la esfera social y del medio ambiente. Al trabajar con datos cuantitativos, con frecuencia se miden desde el punto de vista económico variables que pertenecen a aspectos ambientales. Por ejemplo, tomando nuevamente el caso de los gases de efecto invernadero, se los mide a partir de el valor económico de una tonelada de gas.
Más conflictivo aun, cuando se le otorga un valor económico a la vida humana para que encaje en la ecuación sobre la movilidad sostenible. Todos estas cuestiones son muy discutibles. Empero hay que seguir pensando en ellas y reelaborando estrategias que coloquen a cada indicador en el lugar de peso que le corresponde, aunque no resulte sencillo.
Quinto: Considerar las cadenas de causalidad
En un intento de comprender la noción de movilidad sostenible, muchas veces se realiza una observación unidimensional del concepto. Esto lleva a no considerar las cadenas de causalidad, ni las interacciones del espacio-tiempo. Así, una medida tiene un determinado efecto, que a su vez produce otro efecto, y otro más que provocan efectos no previstos.
Conclusiones
Para evitar éstos desequilibrios se requiere la creación de tipos de indicadores que se refinen, se clasifiquen y se estructuren.
Finalmente, el proceso de definición de la movilidad sostenible consiste en calificarse para elaborar sistemas que permitan evaluar los diversos niveles de sostenibilidad. Se debe asegurar una recopilación de datos continua para medir los impactos en distintos horizontes temporales. Deben fundamentalmente ser organizados en sistemas.
La transparencia en las metodologías deben reflejar nuevas perspectivas colectivas en los niveles de movilidad sostenible.
Fuente: en.forumviesmobiles.org
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