Los agricultores españoles necesitan más ayuda para incorporar el concepto de cambio climático a su actividad y un marco fiscal más incentivador, tal y como se ha señalado por los expertos del sector agroalimentario y medioambiental en Conama Local 2015.

Jorge Domingo Calabuig, de la Fundación Global Nature,expuso, durante la conferencia «Hoja de ruta de los sectores difusos», que para hacer una agricultura más sostenible hay que inculcar a los agricultores aspectos climáticos y facilitarles experiencias piloto en sus explotaciones que les permitan conocer nuevos avances. Asimismo, ha abogado por mejorar la eficiencia en la fertilización del campo, en la reducción de emisiones asociadas al transporte agrícola como los tractores, y en una mayor inversión en maquinarias agrícolas. Además de insistir en la necesidad de una PAC más «climática».
Durante el encuentro, María José Alonso, de la Oficina Española de Cambio Climático, ha explicado que la hoja de ruta de la industria agroalimentaria española pretende aprovechar los beneficios del suelo como sumidero de carbono bajo la confluencia de una política nacional. Otras iniciativas de la hoja de ruta, para permitir a España cumplir con los objetivos de reducción de gases invernaderos, reflejan la necesidad de una planificación estratégica que sirva de ayuda al agricultor en cuestiones de inversión y cambio climático y un marco fiscal más adecuado con mayores incentivos. También es necesario una mejora de la eficiencia en la fertilización del campo, la reducción de emisiones asociadas al transporte agrícola, inversión en maquinaria agrícola y modelos energéticos eficientes en las instalaciones agrarias, que creen negocios más rentables.
Durante la conferencia, Oscar Veroz, miembro de la Asociación Española Agricultura de Conservación de Suelos Vivos, ha señalado la técnica de la «siembra directa» como referente para promover prácticas agrícolas que aseguren una mejor conservación del suelo y su biodiversidad. Esta técnica de cultivo, entroncada con la agricultura de conservación, contiene la particularidad de que no altera el suelo, es un gran potencial frente a los efectos del cambio climático, mantiene la humedad en la tierra (hasta un 10 por ciento de ahorro de agua) y consume menos energía durante las labores de la siembra. Con la siembra directa, la contaminación de las aguas tanto en superficie como subterráneas se reduce de gran manera al controlar el arrastre del suelo y es «un potencial» para paliar los efectos del cambio climático en el sector. No obstante, desde 2009 la siembra directa esta aumentando y el porcentaje que abarca respecto a la superficie total agrícola en España durante 2014 es del 7,8 por ciento.
Fuente: Efeverde.
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