La restauración ecológica de pastizales seminaturales asentados sobre tierras de cultivo abandonadas se ha convertido en una práctica común en toda Europa occidental y central. Los pastizales seminaturales han tenido un papel importante desde la Edad Media y se utilizaron como zonas de pastoreo de baja intensidad, especialmente para pastoreo de ganado ovino. Con la expansión y la intensificación de la agricultura, se ha producido una disminución significativa en la extensión de este tipo de ecosistemas. Durante los últimos 70 años, muchos de estos pastizales seminaturales han sido repetidamente arados para el cultivo, y su productividad se ha incrementado mediante la aplicación de plaguicidas y fertilizantes de síntesis, convirtiéndolos en tierras de cultivo de altos insumos. Estas prácticas han dado lugar a una pérdida dramática de la biodiversidad asociada a estos pastizales seminaturales (De Smidt, 1979). Hoy en día, estos ecosistemas son considerados como un tipo de hábitat internacionalmente amenazado (Webb 1998), y su restauración y conservación son objetivos urgentes.

Una práctica común para contrarrestar la pérdida de estos hábitats es convertir tierras cultivables de altos insumos en praderas o pastizales de bajos insumos y con una elevada riqueza específica (Walker et al., 2004). Las crisis sufridas en la agricultura europea durante los últimos años, con la saturación del mercado mundial debido a la sobreproducción, han dado lugar a grandes extensiones de tierras agrícolas abandonadas y degradadas que ahora están disponibles para su restauración. Así pues, el objetivo principal de muchos de los proyectos de restauración llevados a cabo actualmente sobre estas áreas es recrear pastizales abiertos, ricos en especies y de baja fertilidad, con un elevado valor de conservación debido a su flora y fauna amenazadas (Bezemer et al., 2005).
El pastoreo de baja intensidad de grandes herbívoros nativos e introducidos es utilizado a menudo como una medida de manejo. El pastoreo reduce la biomasa de especies vegetales altamente competitivas y produce huecos sobre el terreno susceptibles de ser colonizados por nuevas especies de plantas (Walker et al., 2003; Pywell et al., 2007), algunas de ellas con alto valor de conservación y frecuentemente incluidas en la Lista Roja. Además, el pastoreo impide el establecimiento persistente de arbustos y árboles, lo cual debería favorecer el desarrollo evolutivo de un ecosistema de pastizal con una elevada riqueza específica.

Limitaciones en la restauración ecológica de pastizales
Sin embargo, todavía existe un gran desconocimiento sobre cómo evolucionan cierto tipo de ecosistemas, especialmente los llamados «ecosistemas emergentes» (Milton, 2003) como lo puedan ser las tierras de cultivo abandonadas, que son el resultado de una intensa acción humana deliberada. Tales ecosistemas son el resultado de la respuesta biótica a unas nuevas condiciones abióticas (como el enriquecimiento de la fertilidad del suelo) o bióticas (como la introducción de especies invasivas) inducidas por el hombre (Hobbs, 2006), y que no han ocurrido previamente en un bioma dado. Estas condiciones pueden determinar la trayectoria de desarrollo de los ecosistemas y pueden conducir a situaciones no deseadas o inesperadas que son totalmente diferentes a los objetivos iniciales fijados por los expertos en restauración.
Por ejemplo, la alta disponibilidad de nutrientes resultante de la excesiva aplicación de fertilizantes, acentuada por la elevada deposición aérea de nitrógeno (N) (Dise y Wright, 1995), constituye un serio obstáculo para el desarrollo de las comunidades vegetales hacia etapas de sucesión más evolucionadas. La alta fertilidad de los suelos favorece la capacidad competitiva de las especies de crecimiento rápido, propias de etapas de sucesión primarias, sobre las especies de sucesión secundarias de crecimiento lento (McLendon y Redente, 1992; Marrs, 1993). Una vez que estas comunidades vegetales tempranas se han instalado, estas pueden persistir durante largos periodos de tiempo, e impiden la colonización por parte de nuevas especies. Por lo tanto, pueden retrasar o impedir reemplazos sucesionales hacia comunidades vegetales más evolucionadas (Kardol, 2007).

Por otro lado, las prácticas de manejo comúnmente aplicadas, tales como el pastoreo o siega, llevadas a cabo para reducir los altos niveles de fertilidad del suelo, frecuentemente no son suficientes para obtener reducciones significativas a corto plazo. Por lo tanto, se deben usar técnicas más caras como la eliminación de la capa superficial de suelo, pero esto frecuentemente tiene efectos negativos sobre el terreno, ya que también erradican el banco de semillas y eliminan todos los organismos benéficos del suelo (Kardol et al., 2008).
Aparte de la alta fertilidad del suelo, la restauración ecológica de pastizales también puede verse limitada por la ausencia de semillas de especies de etapas de sucesión tardías (Hackings y Booth, 1996, Pywell et al., 2002, Kardol y otros 2009), mientras que las posibilidades de dispersión son a menudo limitadas en los paisajes agrícolas (Piessens et al., 2005).
Propiedades ecosistémicas: la importancia de su estudio.
Para entender el funcionamiento de estos ecosistemas emergentes, tales como las tierras de cultivo abandonadas, es esencial estudiar cómo las propiedades bióticas y abióticas responden a los distintos factores limitantes presentes y cómo estas progresan con el tiempo.
Actualmente se están llevando a cabo en muchos países de Europa múltiples investigaciones en este sentido, donde se estudia la evolución en el tiempo de distintas propiedades ecosistémicas clave (como puedan ser la productividad de la biomasa, la composición de especies o la heterogeneidad espacial). Estas investigaciones son de una gran relevancia, puesto que nos ayudarán a entender mejor el funcionamiento de estos ecosistemas y, por lo tanto, nos permitirán en un futuro aplicar técnicas de restauración ecológica más apropiadas.

Autores: Luis San Joaquín; Estela Barroso
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