La comparación entre los patrones de comportamiento de los humanos en los ecosistemas terrestres y marinos, permite determinar el impacto que la actividad humana genera en estos ecosistemas, sobre todo en lo referente a la pérdida de biodiversidad.

Este proceso de pérdida de biodiversidad comenzó decenas de años antes en el ámbito terrestre que en el marino, sin embargo en las últimas décadas la degradación de los océanos esta aumentando el ritmo y el nivel de impacto de los humanos sobre estos. No sólo somos los responsables de la extinción completa o local de algunas especies sino que hemos transformado profundamente (y no para bien) los principales ecosistemas marinos.
Estos cambios en los ecosistemas marinos han supuesto un decrecimiento en las poblaciones de la fauna marina que se transmite a través de la cadena alimentaria alterando el funcionamiento de los ecosistemas. Por otro lado el cambio climático, el cual afecta a numerosas especies marinas, está obligando por un lado a la movilización de los hábitats y por está fomentando los cambios genéticos dentro de las especies, es decir, se están generando variaciones genéticas en las especies para adaptarse al aumento de temperatura que se está produciendo en los océanos.
Si se compara la situación de los ecosistemas terrestres con la de los marinos, se pueden sacar tres conclusiones:
- El ritmo de defaunación del océano esta creciendo debido al mayor impacto que tiene la actividad humana sobre los ecosistemas marinos.
- Para detener esta progresiva pérdida de biodiversidad de los océanos deben implantarse zonas protegidas.
- La principal causante de la disminución de la biodiversidad en los océanos es la pérdida de los hábitats marinos.
Pese al impacto de la actividad humana sobre las poblaciones de vida silvestre de los océanos, la fauna marina presenta mejores datos que la fauna terrestre, en cuanto a pérdida de biodiversidad. Se han dado menos extinciones de especies marinas que de especies terrestres, debido a que el área afectada por la actividad humana es menor, debido a que muchos ecosistemas oceánicos permanecen inalterados, permitiendo la recuperación las especies.
el pepe