Antes de abordar la gestión de proyectos es necesario comentar que el Desarrollo Territorial, vincula dos aspectos importantes como factor de desarrollo: la comunidad y el territorio en donde se insertan estas comunidades. Se establece de esta manera que debe existir una coherencia en la capacidad de gestionar con efectividad estrategias que tiendan a la erradicación o superación de la pobreza en territorios en vías de desarrollo, sustentado en el componente del ordenamiento territorial y de su acondicionamiento, como el principal agente de desarrollo.

Visto de esta forma el proyecto de índole territorial que realiza un municipio, dentro del contexto territorial, sustenta esa capacidad de buscar a disminuir la pobreza en base a la sostenibilidad del espacio socio-territorial. En consecuencia un proyecto debe asegurar que su propósito o fin consista en mejorar las condiciones de vida como prioridad, acompañado con una gestión adecuada del territorio, de ello deriva su correcta estructuración.
Dentro de los planes de ordenamiento y desarrollo territorial, existe un gran número de proyectos que hacen referencia a las diferentes áreas relacionadas con el medio biofísico, social-cultural, lo económico-productivo, asentamientos humanos, movilidad humana, energía y conectividad, político institucional, etc. Estos proyectos deben partir de un diagnóstico del territorio identificando la debilidades, amenazas, fortalezas, oportunidades y además incluir las demandas de la sociedad. Los proyectos deben basarse en la potencialidad del territorio y el uso del suelo, formando parte de los programas y estos de las políticas territoriales, los cuales se puede clasificar en políticas ambientales, sociales, económicas, de movilidad, etc.
El diagnostico va de la mano de un análisis cartográfico del territorio y las demandas sociales de la población. Con esta información se deberá responder a detectar las causas de los problemas como también sus soluciones y aportar en forma coherente a la toma de decisiones: propuestas, generación de políticas, programas y en especial los proyectos.

Desarrollar un proyecto que satisfaga las demandas de los grupos sociales y que priorice la sostenibilidad y ordenamiento del territorio no es una tarea fácil, ni compleja si se utiliza las herramientas y metodologías adecuadas de investigación social. Dentro de esta investigación social se comienza con una aproximación de la realidad, debemos utilizar información secundaria, la cual se puede conseguir en los censos o publicaciones de centros de investigación. Luego se utilizan las fuentes primarias, trabajando diferentes métodos que van a depender de los recursos disponibles y del interés de quienes diseñan el proyecto.
En el trabajo de campo se puede utilizar herramientas como: el meta plan, la espina de pescado, la matriz DAFO, el diagnostico rural participativo y la metodología del marco lógico. El trabajo de campo debe abarca en su mayoría a involucrar a la sociedad y en particular a sectores estratégicos, actores claves y poblaciones excluidas. Además sirve para socializar sobre la situación del territorio, como está el uso del suelo, la frontera agrícola, las zonas ecológicas, sus potencialidades y limitaciones.
Es en este espacio de investigación, en donde se escuchan las primeras demandas sociales, que deben ser sistematizados para el desarrollo de un plan de ordenamiento territorial. Las variables a investigar deben vincular categorías en lo social, la producción, los servicios públicos, la movilidad, la conectividad, los recursos naturales, los riesgos, los impactos de proyectos privados y públicos, la seguridad ciudadana, etc.
En el mismo trabajo de campo, con las demandas puestas en debate, se establecen las alternativas (que hacer) y las soluciones (como hacer) de orden de prioridad conjuntamente con un proceso participativo, las cuales bajo consenso y prioridad permite, tener una visión clara de cómo ir perfilando un proyecto de orden territorial.
Conjuntamente en este proceso de trabajo de campo, se puede realizar un diseño de estrategias, análisis de actores, para luego definir un método exacto para culminar un proyecto. En este caso se puede utilizar: el método ZOPP o el de Marco Lógico, esta ultima metodología que muchos organismos como el Banco Interamericano de Desarrollo – BID exige en la presentación de proyectos.
Esta fase de investigación es de suma prioridad para estructurar un proyecto, con un diagnóstico en donde se plasma la demanda social y su solución que al final será el objetivo del proyecto. Esta parte es muy importante porque facilita la realización de proyectos que impacte en la sociedad.
El impacto de un proyecto de desarrollo territorial tendrá sus beneficios en lo político, lo económico y en particular lo social, los cuales pueden ser medidos gracias a una línea base establecida que nos dirá a donde ir y como llegar.
Autor : Sergio Dután
UN ENFOQUE PRAGMATICO Y REALISTA ESPERO SE TOME EN CUENTA EN LA FORMULACION DE PROYECTOS AUTOSOSTENIBLES
Excelente aporte que se convierte en documento de trabajo para discutir con nuestras comunidades