La contribución de las decisiones personales del ciudadano como consumidor al cambio climático, puede estimarse calculando la huella de carbono generada por su consumo. Una de las posibles formas de estimación de esta huella del ciudadano medio es partiendo de los datos que ofrece el Instituto Nacional de Estadística (INE), correspondientes a las “encuestas de presupuestos familiares[1]”. Una experiencia llevada a cabo en este sentido se recoge en el libro “Competitividad y cambio climático”, publicado por el Consejo Económico y Social [2] .
Al utilizar la encuesta de presupuestos[3], los datos de actividad vienen expresados en euros, la huella de carbono resultante del consumo de las familias se puede expresar en Kg CO2eq /€.
Dado que normalmente los factores de emisión están referidos a kilogramos o litros fue necesario, en muchos apartados, transformar los gastos del consumo anual de los hogares a cantidades de alimentos o combustibles.[4] El proceso de selección fue una de las fases de trabajo más complejas.[5]
Como resultado, la huella de carbono por habitante en España resulto ser de 6,5 toneladas de CO2eq/año. Para mantener el nivel de consumo de cada persona o familia se emitian, directa o indirectamente, una media de 0,62 kilogramos de CO2 equivalente por cada euro empleado. Otra de las confirmaciones de aquel trabajo fue que la huella de carbono es directamente proporcional al nivel de ingresos, es decir, más ingresos más gasto y, en consecuencia, más emisiones. Son los hogares de mayor gasto (mayor consumo) los que tienen más responsabilidad en la contribución de las emisiones.
El coche es el medio de transporte que más utilizamos y representa un 15% de la huella de carbono total del consumidor
Una buena parte de las emisiones recogidas en el Inventario Nacional de Gases de Efecto Invernadero corresponden a emisiones directas de los ciudadanos, en especial por la utilización del vehículo privado. El resto de emisiones que otros realizan para que nosotros podamos tener nuestro nivel de consumo ya están identificadas en las emisiones de cada empresa productora o prestadora de servicios y reflejadas en el Inventario Nacional de Gases de Efecto Invernadero, salvo una buena parte de las emisiones que se producen fuera de nuestro país.
En la contribución individual al cambio climático las emisiones por consumo de carburantes de automoción son la pieza clave, porque forman parte de ese apartado de la huella sobre el que podemos decidir, si nos desplazarnos a pie, si llevamos al colegio a los niños andando, etc. También porque podemos decidir utilizar la bicicleta o el trasporte público, pero para esto se tienen que dar las condiciones y las ciudades deben propiciarlo.
Invertir en movilidad sostenible para pasar del vehículo privado a medios de transporte público colectivo y transporte colectivo de empresas, es un ejemplo interesante de ecoeficiencia. En este sentido un medida especialmente destacada en relación con el transporte es el fomento del teletrabajo para reducción de desplazamientos.
En relación con los beneficios que se generan para la sociedad con el impulso de la movilidad sostenible con el uso de la bicicleta, se puede citar el estudio “Transiciones de transporte en Copenhague: comparación de costes de automóviles y bicicletas”[6] realizado por Stefan Gössling, de la Universidad de Lund (Copenhague), y Andy S. Choi de la Universidad de Queensland. Este trabajo ha sido desarrollado para ayudar en los análisis de rentabilidad social de la construcción de nuevas infraestructuras para utilizar la bicicleta. Los autores estudiaron cuánto cuestan los automóviles a la sociedad comparados con las bicicletas en términos de contaminación del aire, cambio climático, ruido, desgaste de infraestructuras, salud y congestión en Copenhague. Como conclusión, muestran que un kilómetro en automóvil cuesta 0,15 euros a la sociedad, mientras que la sociedad gana 0,16 euros por cada kilómetro recorrido si se utiliza la bicicleta.
[1]https://www.ine.es/dyngs/INEbase/es/operacion.htm?c=Estadistica_C&cid=1254736176806&menu=ultiDatos&idp=1254735976608
[2] https://www.cesmurcia.es/cesmurcia/paginas/publicaciones/PublicacionDetail.seam?pubId=1143
[3] Una de las posibles formas de estimación de la huella del ciudadano medio es partiendo de los datos que ofrece el Instituto Nacional de Estadística (INE) correspondientes a las encuestas de presupuestos familiares. La información permite cuantificar la contribución que supone el consumo de las familias y en definitiva las personas al conjunto de las emisiones de gases de efecto invernadero.
La Encuesta de Presupuestos Familiares aporta información sobre los gastos del consumo anual de los hogares agrupados según 12 grandes apartados (1. Alimentos 2. Bebidas 3. Artículos de vestir 4. agua, electricidad y combustibles 5. Mobiliario y otros gastos de la vivienda 6. Salud 7. Transportes 8. Comunicaciones 9. Ocio, espectáculos y cultura 10. Enseñanza 11. Hoteles y restaurantes y 12. Otros bienes y servicios). Estos a su vez se desglosan siguiendo la clasificación internacional COICOP (“Classification of Individual Consumption by Purpouse”).
La huella de carbono del ciudadano y de la familia es una huella de tipo corporativa o de organización. La multiplicación de los datos de actividad, en este caso gasto en euros, por el correspondiente factor de emisión, permite calcular la cantidad de GEIs emitida.
[4] Para los carburantes, una vez conocido el porcentaje en que se consume el gasoil y la gasolina, hemos estimado los litros que se habrían podido adquirir cada año en función del precio real que habían tenido basándonos en la información sobre precios disponible en el Ministerio de Industria. En el caso de la electricidad los datos de actividad se han calculado consultando ejemplos de precio real pagado. Para el agua y saneamiento se ha tenido en cuenta la variación anual de precios suministrada por el INE.
[5] Se ha planteado el objetivo de que provengan de fuentes oficiales. Algunos factores de emisión como los suministrados por el Departamento de Medio Ambiente Británico o los utilizados por el Ministerio Español de Agricultura Alimentación y Medio Ambiente en su huella de carbono ya venían expresados en kg de CO2eq /libras o kg de CO2eq /euros.
Para los alimentos hemos partido de factores de emisión en kg de CO2/kg de producto, de elaboración propia (productos hortofrutícolas) o del Departamento Frances de Medio Ambiente y en función del precio medio de mercado se han traducido a kg de CO2eq/euro.
[6] https://www.sciencedirect.com/science/article/abs/pii/S0921800915000907
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