Brasil es uno de los países con mayor tasa de deforestación, como consecuencia de esta práctica su régimen hídrico ha sido modificado y el los últimos años se está produciendo una disminución drástica de las precipitaciones lo que ha generado una fuerte sequía que ha obligado en algunos casos a implantar un sistema de racionamiento hídrico y energético.
Esta sequía afecta gravemente al sector energético de Brasil, del cual dos terceras partes esta dedicado a la generación de energía hidroeléctrica a través de presas cuyos niveles de agua han descendido alarmantemente en los últimos años. El otro tercio de la energía proviene de centrales termoeléctricas que se abastecen de combustibles fósiles.

Fuente: news.mongabay.com
Los expertos afirman que las altas tasas de deforestación que sufren las cuencas de los ríos brasileños están disminuyendo la cantidad de agua retenida en el suelo que alimentaría a los cauces fluviales y con ello se mantendrían más estables los niveles de las presas. “Los bosques constituyen fuente, medio y fin del flujo, porque producen la humedad atmosférica continental, la infiltración de las lluvias en el suelo acumulando agua y la protección de los embalses”, amplió Antonio Donato Nobre, investigador del Instituto de Investigación de la Amazonia y de su similar de Estudios Espaciales.
La tala indiscriminada que se está llevando a cabo en la Amazonia (se estima que un 20% está talada), esta favoreciendo la aparición de incendios dentro de la misma, lo que supone una catástrofe si tenemos en cuenta que los bosques amazónicos tardan siglos en recomponerse.
Los efectos de esta deforestación sobre el clima se están haciendo patentes en la región amazónica oriental, una de las zonas con mayor degradación forestal, donde el periodo de lluvias se ha reducido notablemente, alargándose los periodos secos. De consolidarse esta tendencia en esta zona una de las centrales hidroeléctricas más importantes del país, la central hidroeléctrica de Belo Monte, podría ver como disminuye su producción eléctrica hasta un 38% en 2050 según las estimaciones que se extraen del estudio publicado en la revista de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos, realizado conjuntamente por científicos estadounidenses y brasileños.
Respecto a este problema existen dos grupos con opiniones encontradas, aquellos que afirman que todavía no existen lo suficientes datos que confirmen la relación entre la deforestación y el cambio en el régimen de lluvias y por otro lado los que defienden que los bosques funcionan como una bomba biótica atrayendo y produciendo lluvias.
Fuente: Inter Press Service.
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