Hasta la publicación del Reglamento UE 1169/2011 sobre la información alimentaria facilitada al consumidor, únicamente era obligatorio indicar en los etiquetados alimentarios el país de origen del producto en el caso del pescado, la carne fresca de vacuno (requisito que se estableció durante la crisis de la encefalopatía espongiforme bovina), las frutas y las verduras, la miel y el aceite de oliva. A partir de esta norma también es obligatorio indicar el país de origen en el etiquetado de la carne fresca de cerdo, ovino, caprino y aves de corral.
No todos los alimentos envasados indican el país de origen en su etiquetado
Cuando se mencione el país de origen o el lugar de procedencia de un alimento y éste no sea el mismo que el de su ingrediente primario, se debe indicar el país de origen o el lugar de procedencia del ingrediente primario, o alternativamente, se debe indicar que el país de origen o el lugar de procedencia del ingrediente primario es distinto del país de origen.
El Reglamento habilita a los Estados miembros a introducir medidas nacionales sobre la indicación obligatoria del país de origen o del lugar de procedencia de otros productos, a condición de que se haya demostrado la existencia de una relación entre determinadas cualidades del alimento y su origen o procedencia y de que existan pruebas de que la mayoría de los consumidores considera importante que se les facilite dicha información.
En las encuestas dirigidas desde la administración a los consumidores españoles sobre la leche y los productos lácteos, se comprobó que la información sobre el origen era muy demandada porque se vinculaba el país de origen a la calidad del alimento. Por ese motivo, en España entró en vigor a principios de 2019 un Real Decreto que tiene por objeto regular la indicación obligatoria del origen de la leche utilizada como ingrediente en el etiquetado de la leche y de los productos lácteos elaborados en España que se comercializan en el territorio español.
¿Qué pasa con el resto de alimentos envasados diferentes a los lácteos, el pescado, las carnes frescas, las frutas, las verduras, el aceite y la miel? Sencillamente, que el consumidor no puede estar seguro del país de procedencia.
Circula por Internet una información engañosa acerca de cómo identificar si un producto alimentario es «made in Spain» a través de los dos primeros dígitos de su código de barras. Aclarémoslo.
El código de barras de los alimentos (denominado EAN-13) contiene 13 cifras, 12 que identifican al producto y otro que se denomina dígito de control.
Es posible que hayas leído o te hayan dicho que el código 84 identifica a los productos “made in Spain”. Eso no es del todo cierto porque dicho número determina que el código es de origen español (ha sido otorgado por una empresa española), lo cual no quiere decir que el producto sea español ni esté hecho en España; ni siquiera que esté comercializado por una empresa española.
Existen varias empresas españolas que tramitan los códigos de barras alimentarios asignándoles el código 84; entre sus clientes no sólo hay empresas españolas sino que también las hay del resto de países de Europa.
Los dos primeros dígitos del código de barras no tienen por qué identificar si un alimento tiene su origen en España
¿Cómo identificar si un producto cuyo código de barras comienza con 84 es “made in Spain”? En la imagen inferior, el código de barras empieza con 84 y corresponde a la mantequilla de marca blanca de Carrefour (parte inferior del envase). Pero si seguimos buscando, en el lateral nos encontraremos que ha sido “elaborado y envasado en Bélgica”. El código de barras fue otorgado por una empresa española pero el producto tiene su origen en Bélgica.
Esto lo podemos hacer con este producto porque entra dentro del grupo de alimentos que, por Decreto, deben mostrar el país de origen. ¿Qué ocurre si en lugar de un lácteo, el producto fuera un refresco, una caja de cereales para desayuno o un paquete de garbanzos? Por desgracia, no sabríamos el país de procedencia.
No quiero olvidarme de que, debido a que es uno de los alimentos más consumidos y a que su trazabilidad sigue un procedimiento distinto al anteriormente explicado, hemos de especificar cómo se determina la trazabilidad del huevo en la UE.
De todo esto, algo nos debe quedar muy claro. Es la demanda de los consumidores la que presiona a los Gobiernos de cada nación europea para que las empresas indiquen el país de origen de los alimentos. ¿Qué nivel de presión ejercemos los consumidores españoles sobre nuestras autoridades? Para responder a esta pregunta podemos hacer un rápido repaso a la historia reciente de las políticas de atención al consumidor en España.
En 2012, el gobierno del Partido Popular cierra el Instituto Nacional de Consumo, y deposita sus competencias en la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (asignando como Directora Ejecutiva a un alto cargo de Coca Cola Iberia). Durante esta travesía del desierto, las organizaciones de consumidores asumieron todo el peso de la defensa de los derechos de sus asociados. El actual Gobierno parece haber rescatado la importancia de la defensa de los derechos del consumidor, como lo demuestra la creación de un Ministerio de Consumo.
El Coronavirus ha despertado nuestro interés por los productos “made in Spain”
Esta aparente receptividad de la administración junto al hecho de que la crisis del COVID-19 ha despertado una sensibilidad nunca antes vista hacia la compra de productos «made in Spain» nos sugieren que vivimos la época perfecta para exigir nuestro derecho a conocer de manera sencilla e inequívoca si el producto que deseamos adquirir ha sido fabricado o producido en España. ¿A qué esperamos?
Autor: José Liétor.
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