Ahora que está de moda ser patriota, es buen momento para recordar a los consumidores que una de las mejores formas de demostrar el amor por nuestra tierra, nuestras gentes y nuestras costumbres es a través de la cesta de la compra. Hoy os hablamos de los alimentos kilométricos.
El patriotismo se demuestra en la caja registradora.
Cuando compras un alimento “made in Spain” no solo estás contribuyendo a que una empresa española no eche el cierre, a que varias familias puedan dar a sus hijos lo que necesitan, a que las semillas, las recetas y los procesos artesanales de producción locales no sean absorbidos por el monstruo de las semillas transgénicas “mejoradas” y los procesos industriales estandarizados. También estás contribuyendo a descarbonizar la economía global.

Una uva sudafricana ecológica adquirida en El Corte Inglés habrá recorrido como mínimo 15.000 kilómetros desde la viña de origen hasta tu mesa. Para empezar, quitémosle la categoría de “ecológica” porque el transporte que se empleó hasta llegar a España no fue nada ecológico. Desafortunadamente la certificación ecológica solo considera criterios de producción, no de transporte.
Supongamos que tus uvas de Noche Vieja vinieron en un contenedor marítimo junto con otros 25.000kg de producto. La huella de carbono atribuible al cargamento de uvas sudafricanas se puede calcular aplicando como factor de conversión 5g CO2 emitido/tonelada y kilómetro recorrido. Si consideramos un peso promedio de un buque portacontenedores de 150.000 toneladas, la huella de carbono del viaje hasta España fue de 1.125.000kg de CO2. Aunque lo justo sería repartir la huella de carbono entre los diferentes productos transportados en el buque, como ese cálculo no está a nuestro alcance y no buscamos la precisión sino simplemente la reflexión, resulta que si repartimos la huella de carbono del viaje entre la partida total de uvas, cada kilo de uvas transportado generó una huella de 45kg de CO2, cantidad equivalente a las emisiones de un coche tras recorrer 300 kilómetros.

Veamos ahora qué sucedería si las uvas que compramos para celebrar la entrada del nuevo año proceden del valle de Vinalopó (Alicante). Supongamos, por ponernos en el peor de los casos, que vives en A Coruña, el punto más alejado en España de Alicante (1.017 km). Si un camión rígido de 15 toneladas transportase 5.000kg de uva, emitiría aproximadamente 660g de CO2 por kilómetro recorrido, siendo la huella de carbono final por kilogramo de uva de 134g de CO2.
Un kilo de uvas sudafricanas puede contaminar lo mismo que un viaje en coche de Madrid a Valencia.
¡¡134 gramos versus 45.000 gramos de CO2!! Las uvas nacionales tendrían una huella de carbono 336 veces inferior a las sudafricanas, y eso en el peor de los casos. Si vives en Madrid y decides comprar las uvas alicantinas reducirías tu huella de carbono hasta 818 veces respecto a las sudafricanas. Y de paso, podrías presumir de defender a los agricultores y agriculturas españolas.
Autor: Jose Liétor Gallego.
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