El pasado lunes 29 de abril la Comisión Europea ha conseguido la mayoría suficiente para prohibir durante 2 años el uso de los tres plaguicidas de la familia de los neonicotinoides ( imidacloprid, clotianidina y tiametoxam), utilizados de manera extendida en la protección de cultivos agrícolas de todo el mundo, por ejemplo, en la siembra del girasol, la colza, el algodón y el maíz, y que resultan nocivos para las abejas.

Se trata de un éxito que los ecologistas y la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria han logrado frente a gigantes químicos como Bayer y Syngenta, productores de estos pesticidas.
De esta manera, se protegen a las abejas, una de las especies más afectadas por el uso de estos plaguicidas, al afectar su sistema nervioso y llegar a causar su muerte por parálisis. Se protege así un insecto que participa en el desarrollo económico de la UE, ya que, según cálculos del Ejecutivo europeo, aportan 22.000 millones de euros por año.
España ha sido uno de los países desde los que se ha presionado para la adopción de esta medida, siendo el sector apícola el de mayor volumen de los 27 de la UE. Cientos de colectivos sociales, ambientales y de consumidores habían pedido a Miguel Arias Cañete, ministro de Agricultura, el apoyo al veto.
Desde Bayer, uno de los productores de imidacloprid y clotianidina, señalaron que la prohibición puede «provocar pérdidas en las cosechas y en la competitividad de la agricultura europea».
El plan de medidas se prevé que se aplicará a partir del 1 de julio.
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Pienso que se trata de una buena medida, pero que, sin embargo, le falta otra de apoyo al uso de alternativas ecológicas y sostenibles al uso de plaguicidas químicos. Aún así, tenemos que cambiar el chip y empezar a integrarnos en el ecosistema como un elemento más disturbándolo lo menos posible.
Pienso que se trata de una buena medida, pero que, sin embargo, le falta otra de apoyo al uso de alternativas ecológicas y sostenibles al uso de plaguicidas químicos. Aún así, tenemos que cambiar el chip y empezar a integrarnos en el ecosistema como un elemento más disturbándolo lo menos posible.